Esta tierra fue navegada, recorrida y cartografiada por la célebre Expedición Malaspina en 1789. Luego fue tierra de recolectores de guano y cazadores de ballenas, lobos marinos y pingüinos a los que se les extraía la grasa. Su geografía fue sobrevolada por el gran Antoine de Saint Exupery y habitada por europeos que escapaban de las guerras mundiales en busca de un futuro mejor.
En la década del 1950, el andaluz Lorenzo Soriano emprende un viaje en jeep de Buenos Aires hacia el sur, por una ruta 3 de tierra. Era un viaje desesperado, buscaba un producto para reemplazar la goma arábica que ya no podía importar al país para seguir fabricando Malvik, su marca de fijador para el cabello.
Cosechando algas en 1960
En ese entonces, a lo que hoy es Bahía Bustamante, se la conocía como “bahía podrida”, a pesar de ser una de las playas más bellas del país. Pero en esos años, en su orilla se acumulaba una cantidad enorme de algas marinas que finalmente destilaban un fuerte olor.
Al llegar a estas solitarias costas, Soriano se encuentra con esa gran cantidad de algas marinas. Esto lo inspira a emprender un nuevo negocio. Así fue como fundó un campamento de recolección de algas que fue único en el mundo. Soriano le dió trabajo a más de 500 familias. No faltó ni la escuela ni la iglesia: aquí se vivía y se trabajaba, a merced de la naturaleza más salvaje y pura.
En el campamento se descubren más de 12 tipos de algas utilizables. La Gracilaria era el alga “dorada” que le da vida y vigor a esta propiedad. En forma de finos cabellos, la Gracilaria es el alga del que se obtiene agar-agar, producto esencial en la industria alimenticia. Las algas se secaban al sol de la estepa y luego se transportaban a Gaiman, pintoresco pueblo galés de Chubut, donde se procesaban en una fábrica que empleaba otras 100 personas. ¡Y luego, de Gaiman al mundo!
Lorenzo Soriano, el pionero que fundó lo que hoy es Bahia Bustamante Lodge
Gracias a las algas y a su accidentada geografía, tan diferente al resto de la costa Argentina, Bahía Bustamante es un auténtico santuario de vida marina. De las 16 aves marinas que se crían en la costa argentina, 13 eligen Bahía Bustamante para nidificar. También es zona de descanso y alimentación de muchas especies migratorias. Con el paso de los años, la empresa alguera dió paso a un santuario de naturaleza con un Lodge creado por Matias Soriano, el nieto de Lorenzo. Hoy la propiedad está dedicada a la cría ovina regenerativa, y a recibir huéspedes apasionados por la naturaleza pura y remota.
La recolección de algas fue reemplazada por la producción de alimentos que abastece al Lodge: carne ovina, miel pura, manzanas, membrillos, guindas, peras, nueces y almendras, olivares y viñedos, además de una huerta biodinámica. Un oasis entre la estepa y el mar, finalmente integrados.
Bahia Bustamante Lodge es atendido por sus dueños, acompañados por un equipo apasionado y capacitado. Matias Soriano, nieto del fundador Lorenzo, vive y trabaja en Bahia Bustamante desde el año 2000. Con su esfuerzo al refundar el legado de su abuelo, ha puesto a este remoto lugar en el mapa mundial de la conservación y el turismo de naturaleza.
Matias Soriano
Oveja Merino Multipropósito con sus crías